Urielmania

“El Mundo de Uriel… Pero la voz de todos”

Carta a la amiga que perdi…

Después de tanto tiempo sin hablarnos, la verdad es que no se bien qué decirte, y hasta este punto estoy seguro que ya no me hablaras o llamarás y es por eso que me he sentado a escribirte esta carta;

En algun momento te dije que te admiraba, que me sentía orgulloso de ti y lo cierto es que hoy en dia sigo admirándote, tampoco puedo negar que en algun punto de mi vida me enamoré de ti, a mi torpe y extraña manera,pero me enamoré, un amor encendido por la complicidad y la ternura ,  y si bien no me atrevo a decir que tú te enamoraste de mí,  quiero creer que tu tambien  sentiste por mi algo parecido al amor…

Quizás nada de esto te interesa ya, quizás yo sea sólo un recuerdo amargo para ti, pero voy a seguir escribiéndote esta carta, no porque tenga una vaga esperanza en salvar nuestra amistad, a la que  tú al parecer has decidido poner punto final, sino porque simplemente siento la necesidad de decirte todas estas cosas y otras más, pedirte disculpas por las imprudencias que cometí y seguramente te disgustaron y hasta te hicieron sufrir, darte una explicación si la encuentro y me suena convincente, y sobre todo decirte que, pase lo que pase, será difícil dejar de recordarte con cariño.

Y si bien poco importan ya mis explicaciones, ya que nada de lo que diga te convencerá de que no quise hacerte daño, de verdad echo de menos que te intereses siquiera un poco por mi y tengo que decir que;  Me quedó la triste sensación de que yo te pedí perdón y tú no me lo concediste, pero no importa pues ahora te pido perdón de nuevo. Por una sencilla razón: si bien no quise hacerte daño, creo que te lo hice igual.

Me he detenido un momento a pensar en los recuerdos más intensos que  tengo de nuestra amistad , y  pues si bien  hoy quiero decirte tantas cosas lo cierto es que las palabras son dificiles de escribir y solo puedo decir que contigo viví momentos maravillosos, contigo aprendí el significado de la palabra amor, aprendí a reír,  ademas me diste la oportunidad de compartir mis penas, mis angustias, mis alegrías, mis tristezas,  y lo mejor del caso siempre tenias las palabras que me llenaron de consuelo y alegría.

Y si bien por ti hice demasiadas locuras que jamás había hecho no me arrepiento de haberlas hecho y no me queda mas que darte las gracias por haberme devuelto la alegría en ese tiempo que vivimos en nuestro mundo de fantasía, gracias por dármelo todo, porque ese todo, era amor, y era lo que yo necesitaba… En fin… Gracias por haber sido una inspiración para mi, Gracias por haberme hecho feliz…

Y ahora que lo pienso  lo cierto es que esa amistad se rompió con los años por la misma razón que la hizo especial: porque la  simpatía natural que nos inspiramos al concernos acabó mezclándose -peligrosa, equivocadamente- con nuestros deseos, mis confundidos deseos, tus pudorosos deseos, fueron esos primeros besos -los míos desesperados, los tuyos despaciosos- y esas primeras caricias furtivas y aquellas refriegas, fueron esos juegos los que acabaron minando nuestra amistad. Porque me revelaron, de un modo brutal, mi incapacidad de amarte completamente, mi absoluto extravío en las brumas del deseo. Y porque te mostraron a ti, por entonces tan inocente, que detrás de mis sonrisas mansas  habitaban, agazapados, inquietantes, unos fantasmas con muy malos modales.

Asi pues las circunstancias que provocaron nuestro distanciamiento me producen ahora lástima y vergüenza. Todo debo atribuirlo a mi infinito egoísmo. Yo me enojé contigo por la más estúpidas  razones…  Y sin mas, simplemente llego el momento en el que ya no éramos amigos, que nuestra complicidad se había roto para siempre. Ahora que pasan las horas y no me llamas, me digo que no volverás a confiar en mí, a abrirme tu corazón. Es una pena. Yo te sigo queriendo, aunque tú no me quieras más. Ojalá algún día leas esto  y sientas el cariño que yo sentí cuando los escribí pensando en ti.

 

Acerca del Autor