Urielmania

“El Mundo de Uriel… Pero la voz de todos”

Los Regalos

Regalar es delicado. En parte, porque en general nos corre el tiempo: hay que inspirarse y elegir el objeto adecuado en días que están contados  y mas cuando desde el mes de octubre los centros comerciales ya se han llenado de artículos que nos recuerdan lo próximo de la Navidad, el Año Nuevo y el Día de Reyes.

Así que todos tenemos prisa y nos enganchamos en una carrera vertiginosa por terminar los asuntos pendientes en el trabajo, asistir puntualmente a los brindis navideños y por si fuera poco comprar regalos para amigos y familiares que hasta cierto punto  revelan que pensamos de ellos, qué les gusta, qué saben ya y qué quieren saber todavía, con qué se entretienen, la verdad esto es angustiante  y mas cuando esta pequeña búsqueda de «felicidad» en un objeto que signifique mucho para los dos casi nunca aparece.

Y aunque estos objetos parecieran nunca aparecer, la verdad es que año con año nos preocupamos y esforzamos en encontrarlos, como si  se tratase de la arca perdida,  y aunque muchos dirían que esta búsqueda solo hace que volvamos una gran festividad en algo melancólico, consumista, cíclico, sombrío, festivo, pagano,  frívolo lo cierto es que  a su vez la convierten en algo divertido y esperanzador…

Quiero creer que  las penas de no encontrar el regalo perfecto o en el peor de los casos encontrarlo pero no tener a quien dárselo,  es lo que hace de esta, una fiesta única y en algunas ocasiones memorable.

Por tal motivo exijo que sigamos buscando regalos para nuestro seres queridos,  que sigamos en busca de nuestra arca personal y por que no, que lleguemos a tener una navidad memorable, pero también exijo que estemos ahí para todos, que simplemente nos sentemos a escuchar, que tratemos de darnos cuenta que no somos inmortales y por eso habría que viajar más o quizás viajar menos. O ver más a menudo a los amigos o dejar de ver a ciertas personas, o separarse de la pareja actual y ser lo suficientemente soberbio para creer que ahí afuera hay alguien más a quien podría gustarle una vida a nuestro lado. O intentar comprender el dolor ajeno y asumir el propio. O leer más libros, ver mejor cine, ir por primera ocasión a una galería y volver a oler de mañana “el santo olor de la panadería”. Simplemente estar ahí para dialogar, para encontrarse y verse reflejado en los ojos del otro y hablar de las Navidades lejanas.
Asi pues:
¡Les deseo un hermoso fin de año, tiempo de reencuentros, balances y renovación de energía (y de excusa para regalos y autorregalos…)!

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